La batalla entre Bolivia y Chile por las aguas de Silala
Published by MAC on 2009-10-06Source: Reuters
Las "guerras por el agua" no ocurren únicamente entre comunidades, gobiernos y empresas.
Las administraciones de Bolivia y Chile se enfrentan actualmente sobre cuál de los dos países tienen "derecho" sobre el Silala, una fuente de agua relativamente pequeña que cruza sus fronteras.
Mucha de esa agua va hacia la minería del cobre en el desierto de Atacama, históricamente una de las zonas más secas del planeta.
Antofagasta, con base en Chile pero cotización accionaria en Londres, no solo utiliza el agua para sus propias actividades extractivas. También vende el agua y obtiene por ella ganancias considerables (85 millones de dólares el año pasado).
Pero el presidente de Bolivia, apoyado por su propio pueblo, asegura que Chile debe pagar el precio del uso actual de las aguas, y una compensación por la que ya se utilizó desde el siglo 19 a esta parte.
Bolivia y Chile se disputan agua en desierto altiplánico
Lunes 14 de septiembre, 2009
Por Diego Oré
FRONTERA BOLIVIA-CHILE (Reuters) - A más de 4.500 metros de altura, varios manantiales brotan en el desértico altiplano boliviano y se unen en un curso que lleva 250 litros por segundo de agua: poco líquido, pero de enorme valor para una región tan seca como el norte de Chile, a donde se dirige.
El cauce, conocido como Silala, está formado por tres kilómetros de canales artificiales de cal y piedra construidos hace más de 100 años por la empresa inglesa The Antofagasta & Bolivia Railway Company (de propiedad de Antofagasta PLC, del grupo chileno Luksic, desde 1980) para alimentar a sus locomotoras.
Chile sostiene que el Silala es un río internacional, pero Bolivia defiende la tesis de que es sólo un manantial altiplánico cuya canalización artificial es "evidente", como aseguró a Reuters el vicecanciller boliviano, Hugo Fernández.
La concesión para usar esas aguas fue otorgada por la prefectura del departamento boliviano de Potosí a principios del siglo pasado, pocos años después de la Guerra del Pacífico por la cual los territorios occidentales y costeros de Bolivia pasaron a formar parte del norte chileno.
Pero con el cambio de las locomotoras a vapor por máquinas a diésel, la firma chilena transfirió el uso de las aguas a la empresa de servicios sanitarios de Antofagasta (ESSAN) y al centro minero Chuquicamata de propiedad de la estatal Codelco.
En 1997, el Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada revocó la concesión por considerar que el agua no era usada para los fines que fue otorgada. "La revocación de la concesión tuvo un efecto legal, pero no práctico porque por un desnivel, por la pendiente que existe en ese terreno, las aguas siguen y siguieron fluyendo hacia Chile. Y los que estaban aprovechando éstas aguas, las siguen aprovechando hasta ahora", explicó Fernández.
Desde su llegada al poder en el 2006, el presidente indígena Evo Morales ha tendido puentes con su par de Chile, Michelle Bachelet, abriendo diálogo en base a una agenda de 13 puntos, dentro de los cuales figura el pago por el uso de las aguas del Silala.
Ambos países no tienen relaciones diplomáticas desde hace más de tres décadas, cuando el país andino reactivó su demanda de recuperación de una salida soberana al océano Pacífico.
EL PREACUERDO
A fines de julio, Bolivia y Chile hicieron público un preacuerdo por el uso de las aguas del Silala en cuyo punto más importante se menciona que Santiago pagará por el 50 por ciento de las aguas (unos 5 millones de dólares anuales) mientras una serie de estudios se realizan durante un período de cuatro años.
"(Si el Silala es un río o un manantial) es, precisamente, el tema de discusión entre Bolivia y Chile. La definición de eso es parte del acuerdo inicial. Los estudios que se van a realizar pueden dar luces para determinar si es río o manantial de una manera más concreta", dijo Fernández.
Sin embargo, pobladores de la zona donde nace el curso de agua alzaron su voz de protesta por el documento y exigieron al gobierno de Morales que se mencione la llamada "deuda histórica" y dejar en claro que las aguas le pertenecen 100 por ciento a Bolivia.
Los pobladores de la región potosina hablan de hasta 2.000 millones de dólares que, en su criterio, Chile debería pagar a Bolivia por toda el agua del Silala que utilizó en más de un siglo.
Para apaciguar los ánimos, el canciller boliviano, David Choquehuanca, viajó a la zona los primeros días de septiembre e inspeccionó el curso de agua en disputa. Se reunió con autoridades del departamento de Potosí y escuchó sus propuestas. "Está claro que se tiene que mejorar este documento (el preacuerdo)", dijo el presidente del comité cívico de Potosí, Celestino Condori. "Es necesario hacer complementaciones y precisiones", aceptó Choquehuanca en la reunión realizada en Quetena Chico, el asentamiento urbano boliviano más próximo al Silala, a unos 800 kilómetros al sudoeste de La Paz.
El representante de la comunidad de Quetena Chico, Daniel Berna, dijo a Reuters que "una vez demostrado que las aguas nacen en territorio boliviano, (Chile) tiene que pagarnos la deuda histórica".
El único poblador de la zona donde el Silala aumenta su caudal y se interna en Chile, Primo Berna, recuerda cómo los chilenos entraban a territorio boliviano y hacían el mantenimiento del cauce. "Los chilenos venían hasta aquí. Incluso, limpiaban el cauce", recordó Berna, pastor de ovejas y llamas, quien vive desde hace 27 años en esta árida región, considerada parte del desierto de Atacama.