Declaración de preocupación frente a la revitalización de la minería en
Published by MAC on 2005-06-09Declaración de preocupación frente a la revitalización de la minería en Filipinas
22/06/05
Hermanas y hermanos en Cristo:
"No hagan impura la tierra en que viven, porque yo vivo en medio de ella" (Num 35:34)
Los obispos de Luzon del Norte, reunidos para expresar nuestro corazón y nuestra mente en apoyo a nuestras comunidades, a la luz de la revitalización de la minería en Filipinas, queremos decir con fuerza: no a la minería a gran escala.
En 1988, la Conferencia Episcopal de Filipinas (CBCP) difundió su Carta Pastoral sobre ecología "¿Qué le está pasando a nuestra hermosa tierra?" donde compartimos la ansiedad que sentíamos con respecto a "los ataques contra el mundo natural" que estaban "poniendo en peligro su fertilidad para las futuras generaciones".
En el décimo aniversario de aquella carta, les decíamos lo preocupados que estábamos ante la rápida expansión de las operaciones mineras emergentes de la Ley de Minería de 1995.
Hoy en día, vemos al gobierno promover agresivamente a la minería y los minerales como motor del crecimiento de la economía nacional. Veintitrés (23) sitios mineros han sido priorizados para su expansión y/o desarrollo. Siete de ellos están ubicados en Luzon del Norte, seis en las montañas Cordilleras y una en la Cordillera Sierra Madre. Sabemos que esas zonas son frágiles y albergan a comunidades indígenas.
El gobierno nacional se jacta de las inversiones extranjeras directas que la minería traerá al país: unos 10 mil millones de dólares están en juego. También dice que generará recursos a los gobiernos locales y nacional mediante una distribución de las ganancias. Nuestra experiencia en Luzon del Norte, contradice estas afirmaciones. Benguet, donde se instalaron varias compañías mineras durante décadas, todavía padece los embates de la pobreza.
Los que nos muestra el ejemplo de Benguet, es la continua miseria que sufren las comunidades afectadas por la minería. El Movimiento Salvemos al Río Abra, que monitorea las descargas de la minera Lepanto en el río Abra, ha documentado pruebas de vertidos de residuos mineros en sus aguas. Como resultado, las comunidades a lo largo del río han perdido su medio de vida, que era la pezca, y la producción agrícola disminuye lentamente debido a la contaminación.
Los impactos de la minería en Luzon del Norte convalidaron nuestro anterior pronunciamiento: "el impacto social adverso en las comunidades afectadas por la minería, especialmente entre nuestros hermanos y hermanas indígenas, sobrepasaron largamente los beneficios económicos prometidos por las grandes corporaciones mineras. Nuestra gente que vive en las montañas y a lo largo de la costa ya no puede aprovechar las bondades de la naturaleza. Campos de arroz y ríos devastados, y cualquier clase de alimento se vuelve peligroso para la salud." (Declaración de la Conferencia Episcopal de Filipinas sobre la Ley Minera de 1995). El gobierno nacional, en consecuencia, no prestó atención a nuestro llamado a evitar el perseguir ganancias económicas de corto plazo, a expensas de daños ecológicos a largo plazo.
Por lo tanto, llamamos con fuerza a nuestros hermanos y hermanas en Cristo a:
Sostener la centralidad de la persona humana en todos los aspectos del desarrollo. "Respeto a la vida, y por sobre todo de la dignididad de la persona humana, es la principal guía para cualquier progreso económico, industrial o científico" (Papa Juan Pablo II).
Permitir a nuestros hermanos y hermanas indígenas el planificar y ser artífices de su propia agenda de desarrollo basadas en su cultura y tradiciones.
Respetar la esencia y el espíritu del consentimiento previo libre e informado (FPIC).
Unirse en el rechazo a la entrada de las compañías mineras que orquestan la destrucción de nuestros recursos naturales.
Considerar seriamente y planificar alternativas a la minería a gran escala, que sean más duraderas y sostenibles.
Reducir, re-usar y reciclar.
Sostener nuestra soberanía, patrimonio y economía nacional, encarnadas en la Constitución Filipina de 1987.
Nos hacemos eco de la voz de nuestros hermanos indígenas cuando dicen:
God created land for the people. People die and are buried in the earth. Land, the earth, owns the people. These are sacred places. Land is a place to live, to use and to work its fruits and then to be buried in and thus, finally, is owned by it. If threatened, defend it, although a few are deceived and even forced out of it.
Dios creó la tierra para el pueblo. El pueblo muere y es sepultado en la tierra. La tierra es dueña del pueblo. Estos son lugares sagrados. La tierra es un lugar para vivir, para usar y trabajar sus frutos, ser sepultado en ella y de ese modo, finalmente, uno le pertenece. Si es amenazada, defenderla aunque algunos sean defraudados y hasta forzados a abandonarla.
Datu Dia-on y Datu Man-ukil
Que nuestro Dios viviente nos siga bendiciendo y giando. Y que San Francisco de Asís, que nos ha dado el ejemplo de un genuino y profundo respeto por la integridad de la creación, nos inspire para siempre vivificar un sentido de "fraternidad" con la creación de Dios. Tengamos siempre presente nuestra "seria obligación de respetar y proteger", aquello que "Dios vio que era bueno" y fuera destinado al bien de toda la humanidad.
Firmado por 13 Obispos de Luzon del Norte, Filipinas